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                   Foto e biografía extraídos de: 
                    https://elias--blanco-blogspot-com.translate.goog/2012/03/eliodoro-ayllon-teran.html 
                      
                    
                  ELIODORO  AYLLON TERAN 
                  (  Bolívia ) 
                    
                  AILLÓN TERÁN, Eliodoro (Sucre,  1930-1992).- Poeta e jornalista.  
                  Advogado de profissão. Dirigiu a  revista 'Sur intenso' (1967-1968) de Sucre. Exilado durante o governo de  Hugo Bánzer, viveu por um tempo no México e depois foi para o Equador onde  trabalhou por 14 anos no 'El Comercio'; lá ganhou o Prêmio Nacional de  Jornalismo. Membro do Grupo 'Anteo' onde estiveram juntos Lorgio Vaca e  Walter Solón Romero. Organizou o Sindicato dos Trabalhadores da Arte e da  Cultura (UTAC) em 1978. Foi ativista das lutas operárias e populares.  
                  Um de seus poemas mais famosos é 'Peço  a palavra', impresso como livro com o mesmo nome em 1958 com 14  páginas. Nas primeiras linhas pode ler-se: "Cidadãos do mundo, /  em nome do meu país, peço a palavra. / Em nome do meu povo, simples como a  água na vala, / peço o chão. / Na minha pequena morada começou a  pátria. /…/ Nas noites profundas, cheias de lágrimas e do medo dos  pequeninos, / lá no canto mais doloroso do meu sangue, começou a pátria".  
                  Essa atitude literária é comentada por  Augusto Guzmán quando diz: " A canção não é apenas patriótica, mas  profundamente revolucionária, em suas modulações de reclamação e protesto,  Aillón aborda com sinceridade as experiências mais cruéis das famílias  proletárias e a imagem de uma pátria desprezada pela injustiça . Por sua  dignidade e força como por sua originalidade acusatória dificilmente é igual ".  
                    
                  LIVROS Poesia : Poema  Ilustrado (junto com Juan Wayar, 1958); peço a palavra (1958); Por  uma voz de homem (1958); Na rota do homem (1963).  
                    
                  TEXTO  EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    
                  
                  BEDREGAL,  Yolanda.  Antología de la poesia boliviana. La Paz: Editorial Los Amigos del Libro, 1977.  627 p.   13,5x19 cm.   
                    Ex. bibl. Antonio Miranda 
                   
                    PIDO LA PALABRA 
                   
                  I 
                    Ciudadanos del mundo: 
                    en nombre de mi patria 
                    pido la palabra. 
                    En nombre de mi pueblo, 
                    sencillo como el agua de la acequia, 
                    pido la palabra. 
   
                    En la pequeña morada 
                    comenzó la patria. 
                    Allí todos gritaban en las noches, 
                    cuando el puño del alcohol 
                    caía sobre el rostro de mi madre. 
                    Recuerdo la sangre y los nervios, 
                    los nervios en angustia 
                    de alambres aprensados! 
                    En las noches hondas, 
                    pobladas de llanto 
                    y el miedo de los pequeñitos, 
                    allá,  
                    en la esquina más dolorosa de mi sangre, 
                    comenzó la patria. 
   
                    II 
                    La escuela vino después. 
                    También la patria estaba allí 
                    avergonzada, humillada, 
                    ocultando en los rincones más apartados 
                    sus pies descalzos. 
                    Y la patria se miraba acongojada 
                    desde mis propias pupilas nubladas, 
                    desde mis manos vacías 
                    y mis sueños enturbiados. 
   
                    A mí me mostraban la escuela 
                    poblada de azules campanas 
                    y la patria  
                    cuajada de campos abiertos; 
                    pero mi patria 
                    gemía a cuatro mil metros 
                    sobre el nivel del hambre. 
                    Hombres que crecían 
                    como piedras paridas por la montaña 
                    — desnudos y fríos como peces muertos —, 
                    moviéndose apenas, 
                    llevando a cuestas su grito trancado 
                    como una roca clavada en lo más hondo, 
                    en lo más duro de la tierra. 
   
                    No, señores, 
                    la patria no era solamente 
                    la escuela poblada de altas campanas, 
                    ni la tierra salpicada de lagos felices. 
                    No era solamente 
                    los montes incrustados de cielo, 
                    ni los desfiles en los días de fiesta; 
                    era también la impotencia del hombre 
                    detrás de las puertas; 
                    era la muchacha 
                    que buscaba su vestido dominguero 
                    en la esquina de la noche; 
                    eran las manos crispadas en los mercados 
                    y el llanto extendido en las estaciones… 
   
                    III 
                    Mi padre borracho 
                    era la patria que pesaba sobre mis pupilas, 
                    sobre mis labios, 
                    sobre mis zapatos rotos, 
                    y con esta patria a cuestas 
                    yo asistía a la escuela. 
                    La maestra 
                    me mostraba siempre una patria 
                    y un cielo  
                    a los que nunca pude comprender. 
                    Una patria con héroes, 
                    con cerros de plata, 
                    con tierras llenas de árboles frutales. 
                    Pero yo tenía que regresar 
                    a mi casa en las noches, 
                    y allí estaba la patria: 
                    en el pan para dos 
                    que nunca satisfacía a cuatro; 
                    en las pupilas de mi padre 
                    abiertas como dos diablos encendidos 
                    en medio de los niños. 
                    No, señores, 
                    La patria no sólo estaba en los salones 
                    y los discursos de los presidentes; 
                    ni siquiera 
                    en la bandera y sus colores. 
                    Yo encontré la patria, 
                    botada en mitad de las calles, 
                    mientras la lluvia 
                    cercenaba sus carnes. 
                    Yo la ví 
                    desgarrarse por coger un pedazo de carne 
                    y otro poco de pan, 
                    y lloré su tragedia, 
                    porque teniendo hambre 
                    se comió su libertad! 
   
                    Y mentídme a mí, 
                    ahora,  
                    mentídme! 
   
                    Yo ví a mi patria 
                    en todos sus confines: 
                    la sentí 
                    como un garfio clavado en mitad de mi angustia: 
   
                    la llevé 
                    como Túnica de Neso por todos los caminos; 
                    la sentí  
                    como el peso de Dios sobre el pecado, 
                    y busqué su voz para multiplicarla 
                    sobre loas campanas del tiempo. 
   
                    IV 
                    Yo vengo  
                    en nombre del obrero 
                    y sus overoles manchados; 
                    en nombre de mi padre 
                    y su vicio pagado con la desnudez de sus hijos; 
                    en nombre de mi madre 
                    y su voz callada; 
                    en nombre de los niños 
                    yo vengo; 
                    en nombre de mi patria 
                    estrujada por manos sin salario. 
   
                    No vengo a pedirles nada, 
                    nada que les pertenezca. 
                    Mi pueblo quiere su paz, 
                    quiere su barco 
                    para recoger de playas lejanas 
                    un canto de gaviotas nuevas; 
                    quiere sembrar su trigo 
                    y levantar sus fábricas; 
                    quiere que sus niños rían, 
                    jueguen y salpiquen los campos 
                    como las gotas del rocío al alba; 
                    quiere que todos crezcan 
                    a lo largo de los ríos como el trigo, 
                    y que todos se hinchen de sol y de lluvia 
                    como las uvas 
                    en la cuenca dilatada de los valles. 
   
                    En nombre de mi pueblo 
                    humilde como la hierba, 
                    sencillo como el agua de la acequia, 
                    ciudadanos del mundo: 
                    pido la palabra!  
                    
                  TEXTO EM PORTUGUÊS 
                    Tradução de ANTONIO MIRANDA 
                    
                  PEÇO A PALAVRA 
                   
                  I 
                    Cidadãos do mundo: 
                    em nome de minha pátria 
                    peço a palavra. 
                    Em nome de meu povo, 
                    simples como a água do fosso, 
                    peço a palavra. 
   
                    Na pequena moradia 
                    começou a pátria. 
                    Ali todos gritavam nas noites, 
                    quando o punho do álcool 
                    caía sobre o rosto de minha mãe. 
                    Recordo o sangue se os nervos, 
                    os nervos na angustia 
                    de arames aprendidos! 
                    Nas noites profundas, 
                    povoadas pelo pranto 
                    e o medo dos pequeninos, 
                    lá,  
                    na esquina más dolorosa de meu sangue, 
                    começou a pátria. 
   
                    II 
                    A escola veio depois. 
                    Também a pátria estava ali 
                    envergonhada, humilhada, 
                    ocultando os lugares más apartados 
                    seus pés descalços. 
                    E a pátria se olhava  atormentada 
                    desde minhas próprias pupilas enevoadas, 
                    desde minhas mãos vazias 
                    e meus sonhos enturvados. 
   
                    A mim  mostravam a escola 
                    povoada de sinos azuis  
                    e a pátria  
                    coalhada de campos abertos; 
                    mas a minha pátria 
                    gemia a quatro mil metros 
                    sobre o nível da fome. 
                    Homens que cresciam 
                    como pedras paridas pela montanha 
                    — desnudos e frios como peixes mortos —, 
                    movendo-se apenas, 
                    levando às costas seu grito trancado 
                    como uma rocha cravada no más fundo, 
                    no más duro da terra. 
   
                    Não, senhores, 
                     
                  a pátria não era apenas 
                    a escola povoada de elevados sinos, 
                    nem a terra salpicada de lagos felizes. 
                    Não era somente 
                    os montes incrustados de céu, 
                    nem os desfiles nos dias de festa; 
                    era também a impotência do homem 
                    detrás das portas; 
                    era a garota 
                    que buscava seu vestido domingueiro 
                    na esquina da noite; 
                    eram as mãos crispadas nos mercados 
                    e o pranto estendido nas estações… 
   
                    III 
                    Meu pai bêbado   
                    era a pátria que pesava sobre minhss pupilas, 
                    sobre meus lábios, 
                    sobre meus sapatos rotos, 
                    e com esta pátria nas costas 
                    eu assistia a aula na escola. 
                    A professora 
                    me mostrava sempre uma pátria 
                    e um céu 
                    aos que nunca eu pude compreender. 
                    Uma pátria com heróis, 
                    com morros de prata, 
                    com terras cheias de árvores frutais. 
                    Mas eu tinha que regressar 
                    à minha casa nas noites, 
                    e ali estava a pátria: 
                    no pão para dois 
                    que nunca satisfazia o quatro; 
                    nas pupilas de meu pai 
                    abertas como dois diabos acesos 
                    no meio dos meninos. 
                    Não, senhores, 
                    A pátria não estava apenas nos salões 
                    e nos discursos dos presidentes; 
                    nem apenas 
                    na bandeira e suas cores. 
                    Eu encontrei a pátria, 
                    metida na metade das ruas, 
                    enquanto a chuva 
                    cortava suas carnes. 
                    Eu a vi 
                    desgarrar-se para recolher um pedaço de carne 
                    e um pouco de pão, 
                    e chorei sua tragedia, 
                    porque estando com fome 
                    comeram sua liberdade! 
   
                    E menti para mim, 
                      agora,  
                      menti para mim mesmo! 
   
  Eu vi  minha pátria 
    em todos os seus confins: 
    eu a  senti 
    como um garfo cravado na metade de minha angústia: 
   
    chamei-a 
    como Túnica de Neso por todos ls caminhos; 
    eu a senti  
    como o peso de Deus sobre o pecado, 
    e busquei sua voz para multiplica-la 
    sobre loas de sinos do tempo. 
   
    IV 
    Eu venho  
    em nome do operário 
    e seus macacões manchados; 
    em nome de meu pai 
    e seu vício pago com a nudez de seus filhos; 
    em nome de minha mãe 
    e sua voz calada; 
    em nome das criança 
    eu venho; 
    em nome de minha pátria 
    esprimida pelas mão´s sem salario. 
   
  Não venho pedir-lhes nada, 
    nada de seus pertences. 
  Me povo  quer a sua paz, 
    quer o seu barco 
    para percorrer praias distantes 
    um canto de gaivotas novas; 
    quer semear seu trigo 
    e levantar suas fábricas; 
    quer que seus filhos sorriam, 
    joguem e pulem pelos campos 
    como as gotas da névoa na aurora; 
    quer que todos cresçam 
    ao longo dos rios como o trigo, 
    e que todos se inchem de sol e de chuva 
    como as uvas 
    na bacia dilatada dos vales. 
   
    Em nome de meu povo 
    humilde como a erva, 
    humilde como a agua da  como a água  
    de irrigação, 
    cidadãos do mundo: 
    peço a palavra!  
                  * 
                     
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                  Página publicada em julho de 2022 
                
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